Demon, en el Gran Teatre del Liceu
El papel protagonista de esta ópera es muy valorado por los barítonos. De hecho, uno de los atractivos de la producción del Liceo era ver a Dmitri Hvorostovksy defendiendo este rol.
Ya hemos visto muchas veces que la fama es efímera y muy caprichosa. Hoy te consideran el mejor, y mañana nadie se acuerda de ti. Dicen que esto pasa mucho ahora, con las redes sociales. La diferencia entre el anonimato y el trending topic es imperceptible. Pero el caso es que esto, en realidad, ha pasado siempre. Hoy nos fijamos en la ópera de un autor que tuvo una gran reputación antes de que su obra cayese en el olvido. Y ahora vuelve a la cartelera de Barcelona, en el Liceu. Es Demon, del ruso Anton Rubinstein, una obra de 1871, en pleno romanticismo, y en el contexto de la Gran Rusia. En el Wonderland de RNE4 hemos hablado sobre ella, y el resultado se puede escuchar aquí:
Demon narra la historia de un demonio que se enamora de una chica y la persigue incluso en sueños, y no lo detiene ni el hecho de que ella se haga monja y se encierre en un convento. Tiene un evidente contacto con el Fausto de Goethe, y además incorpora un punto de terror, propio de la época en que este género empieza a hacer fortuna en la literatura (pensemos en el Frankenstein de Mary Shelley, bastante anterior, o en el Drácula de Bram Stoker).
Rubinstein es el compositor de óperas más prolífico de su generación, con casi una veintena de títulos. Pero sólo uno, este Demon, aparece de vez en cuando en las programaciones hoy en día. Una probable causa es que para su época suena «demasiado europeo»: demasiado alemán y demasiado poco ruso. Ni rastro del exotismo que se podía esperar de él a las puertas del gran auge del nacionalismo musical.
Con todo, el papel protagonista de esta ópera es muy valorado por los barítonos. De hecho, uno de los atractivos de la producción del Liceo era ver Dmitri Hvorostovksy defendiendo ese rol. Su muerte, meses atrás, ha hecho que el coliseo le dedique las funciones, que comienzan el 23 de abril.