Políticamente incorrecto
Una celosa madre mallorquina ha descubierto y denunciado, tres décadas después de su estreno, los cánticos a Alá «ocultos» en el musical Mar i Cel, de Albert Guinovart, basado en la centenaria y homónima obra del dramaturgo catalán Àngel Guimerà. En efecto, en una de las escenas los malvados y sanguinarios piratas, que profesan la religión musulmana, se las prometen muy felices el día (la cita es más o menos literal) que hayan acabado con el último cristiano de la tierra. Topamos con lo políticamente incorrecto.
Suena fuerte, cierto.
Tanto, más o menos, como el inicio de la obra, en la que los cristianos que gobiernan se preparan para exterminar a los moriscos que no abandonen la Península. A la susodicha madre parece no haberle impactado especialmente este detalle. Tampoco parece haberle importado que tres versos (exactamente tres versos) después, los mismos moriscos que quieren acabar con la cristiandad digan, y la cita es también bastante literal, que les gusta violar cristianas metiéndosela hasta el esternón. Lo más normal del mundo, mismamente. También parece obviar que toda esta escena es la que da fuerza dramática al núcleo de la obra: el amor imposible entre una cristiana y un musulmán, que les lleva a plantearse si vale la pena tanta guerra cuando al fin y al cabo somos humanos. Un horror, vaya. ¡Dónde vamos a ir a parar! El caso es que si tenemos que enfrentar a buenos y malos, pero no podemos decir qué es lo que hacen los malos para que los consideremos tan malos, se hace muy complicado hacer teatro, música, escultura, pintura, literatura y, casi, abrir la boca.
Todo ello me llevó a preguntarme qué sería de nosotros, los aficionados a la música, si tuviéramos que rechazar cualquier obra que no cumpliera los estándares actuales de corrección política. Guinovart no podía pensar en el terrorismo yihadista de nuestros días hace tres décadas. Los malos tratos en Don Giovanni, el racismo de La Flauta Mágica, muchas de las canciones de la Piquer, buena parte de la obra de Wagner e incluso la sintonía de un famoso programa de cocina de Televisión Española son el paisaje sonoro de este recorrido hilarante y un poco preocupante que hice para el Wonderland de RNE4.